Cambios pedagógicos, siempre vigentes, siempre necesarios
Es de la esencia misma de la educación que el debate se plantee en el
terreno de lo técnico-pedagógico. No hacerlo sería perder de vista la
especificidad del sector. Pero quedarse tan sólo en eso, como fue la tendencia
dominante en los años sesenta y setenta, supone descuidar el desarrollo de
criterios básicos como la sostenibilidad, la equidad y la eficiencia de los
sistemas educativos. A continuación se presentan esquemáticamente algunos de
los actuales aspectos técnicos pedagógicos. Si bien algunos responden a las nuevas y cada vez más complejas exigencias
del sector, la mayoría son recurrentes en el debate pedagógico.
Calidad. En
general, se han fortalecido el debate y la acción alrededor de la calidad
educativa. Sin duda, éste es el tema que cautivó la acción educativa y
bien puede decirse que incluso continúa siendo, en algunos
países, casi el único tema de atención. Con todo, subsisten los problemas
relacionados con la calidad educativa. Existen numerosas estrategias y acciones
para mejorarla (Navarro, Castro, Carne, 1999) y constituyen la base para mejorar
los tradicionalmente graves problemas de la región, tales como la alta
repetición de los primeros grados y la baja tasa de terminación y
permanencia en la enseñanza primaria y secundaria. Hoy
existe un mayor menú de estrategias para la calidad y se reconoce que no
existiendo una siempre mejor que otra, desarrollar y seleccionar las más adecuadas
tiene mucho de arte, que debe apoyarse en una buena documentación. Es importante
destacar que se pasa de una preocupación centrada en la calidad de los insumos
educativos (fundamentalmente de textos y docentes), a una centrada en la calidad
de los resultados, observada a través de las pruebas de logro de los
estudiantes.
Algunas de las acciones que fortalecen la calidad se relacionan con:
El desempeño de los docentes:
La región sigue experimentando sus tradicionales problemas de lograr que
la profesión docente sea más atrayente, mejorar la formación de los docentes y
mejorar el ejercicio y el desempeño de la profesión docente. Lo primero se
relaciona con los niveles de remuneración de los docentes (que también constituye
un problema en todos los servidores públicos) y con los incentivos, salariales
o de otra índole, que ofrece la carrera docente. Los salarios de los docentes
no son adecuados y resultan inferiores a los de otros funcionarios públicos con
niveles educativos similares. Sin embargo, cuando se les corrige por las horas
trabajadas, estas diferencias desaparecen (CEPAL, 1998 y Navarro-Verdisco,
1999). Se genera, en consecuencia, una tensión por la búsqueda de mejores salarios
que fortalezcan la carrera docente, pero cuyo incremento no encuentra una base
sólida si se analiza bajo la lente de la productividad horaria. Pero además,
existen evidentes dificultades para obtener grandes incrementos salariales de
corte general: dado que el sector educativo es el que posee el mayor número de
empleados públicos, cualquier movimiento que allí se produzca es muy sensible a
los equilibrios fiscales. Por ende, estos incrementos raramente son viables
desde el punto de vista fiscal, y tampoco tienen el afecto de los ministerios
de finanzas, que además cuestionan la efectividad de este tipo de alzas no vinculadas
al desempeño.
Este es un terreno nuevo que procura abrir posibilidades a la región, en
vista de las limitaciones presupuestarias ya anotadas. Con todo, su éxito depende
de su diseño, que debe ser cuidadoso y realista, y compartido por los involucrados,
con alta participación comunitaria al nivel local y en sintonía con la visión que
se tenga del empleado público. Complementariamente, se sigue trabajando en
mejores definiciones de la carrera docente, aspecto que, sin embargo, parece
estancado por las conocidas tensiones entre gremios y sector público. También
se procura atraer a docentes de calidad, por ejemplo a través de becas para los
mejores, como se ha hecho en el Uruguay (Rama, 1999; Vaillant, 1999). En cuanto
al desempeño del docente, el número de días y horas lectivas efectivas es otro de
los temas que más ha ocupado la atención, en particular porque la región
presenta los años escolares más bajos del mundo, cuando se los mide por horas
de enseñanza efectivamente ofrecidas. Parte de los incrementos salariales
obtenidos estuvieron vinculados a aumentos en las horas efectivas de clase.
En cuanto a la formación de los docentes, el debate se centra en la
reforma en sus institutos de formación y particularmente en sus facultades de
educación (Rama, 1999). Con pocas excepciones, como el caso uruguayo ya mencionado,
es poco lo que se ha podido avanzar en el mejoramiento cualitativo de estos
centros de formación, que parecen particularmente cerrados a los cambios. El
debate también se ha concentrado en el cuestionamiento de las tradicionales
formas de capacitación. No debe sorprender que éstas terminaran siendo más un
medio para mejorar las remuneraciones docentes, que la enseñanza misma. Se han
ensayado nuevas modalidades de capacitación, algunas en las que el Estado deja
de ser su proveedor y aparecen las universidades y las ONG como nuevos oferentes,
y otras que combinan lo presencial con las técnicas a distancia, que con los
avances de la tecnología empiezan a estar más a la mano. Con todo, estos
cambios avanzan con lentitud pues, en el fondo, siguen siendo una válvula de
escape a la tensión salarial, y porque rara vez se han podido vincular al
desempeño docente.
Práctica pedagógica. Los temas anteriores, al igual que la modernización de la práctica
pedagógica, la necesidad de acudir a metodologías de enseñanza más activas (en
detrimento de las tradicionales y frontales) y de hacer un mejor uso de la
tecnología disponible, siguen debatiéndose continuamente (Schiefelbein, 1995),
ya que son de la naturaleza misma del sector. En algunos países, y en especial
en sus zonas rurales y urbanas marginales, las metodologías multigradas han
sido apoyadas con fuerza.
Cambios curriculares. En los programas didácticos se introducen temas relacionados con la
construcción y modernización de la ciudadanía, así como aquéllos que
permitan enfrentar mejor la inserción de nuestras
sociedades a las nuevas formas de desarrollo y a la competitividad internacional
(CEPAL, 1996). Asimismo, se empiezan a introducir temas relacionados con
valores ciudadanos, convivencia, derechos humanos y defensa de minorías; y
muchos que permitan el desarrollo de códigos de modernidad,
informática y tecnología. Ello sin dejar de lado la columna
vertebral de los programas, que se relaciona con el desarrollo de las
disciplinas básicas, propias de la educación general que requieren los niveles
básicos y que constituye el sustento de posteriores desarrollos
tecnológicos. Pero estos cambios, a falta de un apoyo integral
de la sociedad y del entendimiento de lo que está en juego con ellos,
han terminado siendo tan sólo una formalidad. Con el ánimo de darle mayor pertinencia
a la educación, que es uno de los principales problemas actuales y que origina buena
parte de la deserción escolar, se han abierto espacios para que las realidades locales
empiecen a ocupar parte de los programas. Ello empieza a formar parte de la descentralización
educativa.
Fortalecimiento del material didáctico. Ha pasado a asignarse gran importancia al
material didáctico como uno de los elementos fundamentales en
el proceso de enseñanza-aprendizaje. Se ha ampliado su provisión, que en
algunos casos empieza a ser universal, y por ende también la financiación de su impresión
y distribución. Se han diversificado asimismo las formas de producción y distribución,
antes centralizadas en los ministerios de educación, y se ha buscado una mayor
pertinencia en los textos, de modo que tengan presentes las realidades
culturales y étnicas de las distintas regiones.
Evaluación. Ya
se mencionó que el énfasis sobre la calidad se ha desplazado de la atención
sobre los insumos educativos (la calidad de los docentes, textos e
infraestructura), a una mirada integral de la calidad a través de los
resultados y logros educativos. También ha habido una creciente introducción de
mecanismos para evaluar y realizar el seguimiento de los logros de los
estudiantes. En consecuencia, se observa en la región la incorporación de las pruebas
de logro (véase, por ejemplo, el laboratorio latinoamericano de medición de la calidad
educativa y sus resultados), como también un intento por mejorar la capacidad
de producción y uso de las estadísticas educativas básicas como instrumento
necesario para la toma de decisiones.
Tecnología educativa. La tecnología educativa es un tema que merece atención especial, que
aunque todavía naciente, empieza a tener importantes implicaciones en
el desarrollo de la educación. En efecto, uno de los aspectos más discutidos ha
sido la forma de introducir las nuevas tecnologías en el aula y de
aprovechar las ventajas que ellas ofrecen (Brunner, 2000 y De Moura
Castro, 1999). En particular, se ha difundido la introducción de la informática
y de
las metodologías de enseñanza a distancia, basadas en las nuevas
posibilidades que ofrecen las comunicaciones (vía satélite, Internet,
televisión, etc.). Ejemplos de ello abundan en la región. En la
enseñanza secundaria puede mencionarse el caso de la telesecundaria de
México; en la educación superior aparece una diversidad de cursos con modalidades
a distancia, como los promovidos desde Monterrey; en capacitación de docentes
hay múltiples incursiones, como las de Brasil. Estos pueden ser uno de los instrumentos,
aún no debidamente probados y ensayados, llamados a cambiar la dinámica de
la enseñanza y la forma de acumular conocimientos en todos los niveles.
Con todo, no debe perderse de vista que tanto la informática como las
tecnologías de comunicación a distancia continúan utilizándose como
instrumentos complementarios a la docencia tradicional, en especial en las
zonas alejadas. El debate, a más de la definición de las modalidades a
desarrollarse, ha gravitado en este punto de arranque en su balance
costo-efectividad, en los mecanismos destinados a preparar mejor a los docentes
para que puedan realmente hacer un mejor uso de estos instrumentos, y en la manera
en que se pueden masificar estos avances, como es el caso de la dotación de computadoras
o de modalidades de comunicación satelital. En fin, si bien se reconoce la importancia
que tienen la tecnología y los sistemas informáticos para enfrentar los desafíos
del nuevo siglo, no está clara aún la forma en que pueden incorporarse masivamente
y articularse con la actividad cotidiana en escuelas y colegios.
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