viernes, 2 de diciembre de 2011

DESARROLLO DE LAS DIMENSIONES DEL NIÑO

DESARROLLO SOCIAL: El desarrollo social, se inicia desde el periodo prenatal. Se sabe que los niños desarrollan su afectividad, básicamente las emociones, a través de la interacción social, es por eso de que se habla de desarrollo socio emocional. La Socialización no es un proceso que termina a una edad concreta, si es importante decir que las bases se asientan durante la infancia y según los aprendizajes adquiridos socialmente, los seres humanos vamos evolucionando. Este desarrollo va de la mano de la afectividad, la comunicación verbal y gestual y cómo se reconocen en el mundo.

La comprensión de la dimensión socio-afectiva hace evidente la importancia que tiene la socialización y la afectividad en el desarrollo armónico e integral en los primeros años de vida incluyendo el periodo de tres a cinco años. El desarrollo socio-afectivo en el niño juega un papel fundamental en el afianzamiento de su personalidad, autoimagen, auto concepto y autonomía, esenciales para la consolidación de su subjetividad, como también en las relaciones que establece con los padres, hermanos, docentes, niños y adultos cercanos a él, de esta forma va logrando crear su manera personal de vivir, sentir y expresar emociones y sentimientos frente a los objetos, animales y personas del mundo, la manera de actuar, disentir y juzgar sus propias actuaciones y las de los demás, al igual que la manera de tomar sus propias determinaciones. La emocionalidad en el niño es intensa, domina parte de sus acciones, pero es igualmente cambiante: de estados de retraimiento y tristeza, puede pasar a la alegría y el bullicio, olvidando rápidamente las causas que provocaron la situación anterior. El control sobre sus emociones es débil, no pone distancia entre él y sus sentimientos y difícilmente llega a criticarlos, juzgarlos o corregirlos; es impulsivo y vive con profundidad sus penas y alegrías, haciendo a veces que sus temores sean intensos. El niño pone emoción y sentimiento en todo lo que hace, y mucho más aún cuando la actividad es lúdica, por ello las realiza con entusiasmo o por el contrario se niega con gran resistencia a realizarlas.

De 2 a 3 años. Empiezan a autoevaluarse y a desarrollar nociones de sí mismos como buenos, malos, atractivos, etc.   Se frustran rápidamente.   Insisten en independizarse.  Son firmes y enérgicos acerca de sus preferencias y tratan de hacerse valer por sí mismos, diciendo NO; a los pedidos de los adultos. Berrinches o pataletas.   Sentimientos Yoicos “Egocentrismo”, deseo de posesión, esto es mío.    Los niños disfrutan del juego paralelo, dedicándose a actividades solitarias cerca de otros niños. Es probable que:   - Miren a otros niños y se unan brevemente para jugar con ellos. - Defiendan sus posesiones  - Empiecen a jugar a las casitas  - Usen objetos de manera simbólica en el juego  - Participen en actividades grupales simples, como cantar, aplaudir o bailar  - Conozcan la identidad sexual

Desarrollo Social 3 a 5 años Según Eric Erikson la niñez temprana se caracteriza por la fase de iniciativa frente a la culpa. Ahora los niños se han convencido de que ellos son una persona en sí mismos. En esta etapa, por su propia iniciativa los niños pasan a un mundo social más amplio. El gran dirigente de la iniciativa es la conciencia. Ahora los niños no sólo sienten miedo a ser pillados, sino que también comienzan a oír la voz interna de la propia observación, guía y castigo.    Complejo de Electra.  Complejo de Edipo. Descubre que hay una realidad exterior independiente a él.  Sentido del yo. Realiza pequeños encargos. Es inestable y tiene estallidos emocionales (pataletas) Puede ser violento con un objeto o juguete. Si este está siendo ocupado por otra persona. Tiene ansiedad prolongada y celos.  La llegada de un hermanito puede causar violenta angustia e inseguridad. Cuenta a sus compañeros lo que va a hacer. Pero gusta de jugar solo y hablar consigo mismo.  Por lo general no escuchan a los interlocutores.  Está quedando atrás la etapa de egocentrismo.  Se siente sensible frente a los reproches de sus padres. Utiliza el negociar para conseguir lo que desea.  De a poco se va sintiendo más independiente.

De 4 a 5 años. Combinación de independencia e inseguridad.  Suele comportarse como bebe.   La competición se hace más objetiva.  Sugiere turnos para jugar, tiene más contacto social.  Habla con otros niños, pero no escucha lo que dicen.  Autocrítica, y crítica a los demás. Tienen algunos miedos, están conociendo nuevos peligros.  Imita las actividades de los adultos.  Reconoce la autoridad de sus padres. Pero busca pretextos para conseguir lo deseado. Sigue probando los límites impuestos por sus padres.  Usa palabrotas para que la gente reaccione.  Si se lo deja a cargo de un niño más pequeño, eventualmente podría cuidarlo o mostrarse protector.

Desarrollo de 5 a 7 años Según Erikson en esta etapa entre los 5 a 10 años, existe la fase de Laboriosidad v/s inferioridad El niño comienza a pasar periodos cada vez más prolongados fuera del hogar y da mayor importancia al medio escolar. Surge el sentido de ser competente; el juego, los deportes competitivos y el rendimiento escolar son cruciales en la consolidación de un sentido de ser competente; en la medida que el niño rinde bien y se relaciona adecuadamente con sus pares. Cuando esto no sucede surge el sentimiento de inferioridad o de incompetencia.

De 5 a 6 años.  Busca ser reconocido más allá de su grupo familiar.   Vive una crisis de personalidad. Es independiente.  Quiere hacer valer sus derechos dentro del núcleo familiar.  Durante las comidas se muestra muy sociable y hablador.  Constantemente hace preguntas.  Paulatinamente en los grupos van cobrando mayor estabilidad; dentro de ellos, ya más estables, comienzan a perfilarse líderes (positivos y/o negativos).   Puede anticipar sus hipótesis y ejercitarse en la toma de decisiones grupales.  Se muestra protector con los compañeros de juego menores que él.   Diferenciación sexual de los roles en los juegos. Empieza a darse cuenta de que sus compañeros de juego, a veces realizan trampas. Aparecen los juegos reglados que implican el abandono del egocentrismo y la entrada en el proceso creciente de socialización.

De 6 a 7 años. Debido a los grandes cambios que se van a producir en su organismo, tanto a nivel fisiológico como psicológico, va a ver alterada su área afectiva y emocional.  Muchos niños tienen un mejor amigo y un enemigo.  Les gusta tener compañeros de juego del mismo sexo. Juegan bien en grupos, pero de vez en cuando necesitan jugar solos. Pueden enojarse cuando se les critica o si ignoramos su trabajo o comportamiento.  No les gusta el no triunfar.  Es común el que acusen o culpen a los otros. Pueden prestar ayudar en tareas sencillas. Tienen mucha necesidad de cariño y atención de sus padres y niñeras.  Para ellos, algo & bueno; o malo; es lo que sus profesores, y sus padres aprueban o desaprueban. A esta edad comienzan a desarrollar valores éticos como la honestidad.   Comienzan a preocuparse por los sentimientos y necesidades de los demás.  Pueden gozar de cuidar y de jugar con niños más pequeños.  Comienzan a desarrollar un sentido del humor y gozan de rimas tontas, canciones, y adivinanzas.

DESARROLLO FISICO: En el transcurso de los años preescolares, como consecuencia de su desarrollo físico, en el cual se encuentran las estructuras óseo-musculares, los niños no dejan de aumentar regularmente su talla y peso, a una velocidad de crecimiento más lenta de lo que ha sido durante sus primeros años de vida; el cerebro continúa también su desarrollo, el cual ahora está en un proceso de arborización de las dendritas y conexión de unas neuronas con otras. Este proceso, iniciado en la gestación, se intensifica al máximo hasta los cinco años. En el comienzo del preescolar, a los tres años de edad, ya ha concluido la fase fundamental de mielinización de las neuronas, con lo cual se está en condiciones de realizar actividades sensoriales y de coordinación de manera mucho más rápida y precisa.

Es de resaltar la maduración notable del lóbulo frontal sobre los cinco años, que permite importantes funciones de regulación, planeamiento de la conducta y actividades que eran inicialmente involuntarias, como es el caso de la atención, la cual por ejemplo, se va haciendo más sostenida, menos lábil y más consciente. De igual forma la capacidad perceptiva es fundamental para el desarrollo de las otras capacidades que se sintetizan o unifican en el proceso de pensar. En la educación preescolar se habla de psicomotricidad20, concepto que surge como respuesta a una concepción que consideraba el movimiento desde el punto de vista mecánico y al cuerpo físico con agilidad, fuerza, destreza y no “como un medio para hacer evolucionar al niño hacia la disponibilidad y la autonomía”.

DESARROLLO COGNOSITIVO: Entender el desarrollo de la dimensión cognitiva en el niño que ingresa al nivel de educación preescolar, remite necesariamente a la comprensión de los orígenes y desarrollo de la gran capacidad humana para relacionarse, actuar y transformar la realidad, es decir, tratar de explicar cómo empieza a conocer, cómo conoce cuando llega a la institución educativa, cuáles son sus mecanismos mentales que se lo permiten y cómo se le posibilita lograr un mejor y útil conocimiento. En las últimas décadas, la psicología cognitiva ha logrado una gran revolución y significativos avances, al proponer teorías del cómo se logra el desarrollo, y la posibilidad de facilitarlo en las relaciones que establece en la familia y en la escuela, fundamentales para consolidar los procesos cognitivos básicos: percepción, atención y memoria.

El niño, apoyado en las experiencias que le proporciona su contexto particular, en el cual la familia juega un papel vital, desarrolla su capacidad simbólica, que surge inicialmente por la representación de los objetos del mundo real, para pasar luego a las acciones realizadas en el plano interior de las representaciones, actividad mental, y se manifiesta en la capacidad de realizar acciones en ausencia del modelo, realizar gestos o movimientos que vio en otros, y pasar a jugar con imágenes o representaciones que tiene de esos modelos. En el periodo de tres a cinco años de edad, el niño se encuentra en una transición entre lo figurativo-concreto y la utilización de diferentes sistemas simbólicos, el lenguaje se convierte en una herramienta esencial en la construcción de las representaciones, la imagen está ligada a su nominación, permitiendo que el habla exprese las relaciones que forma en su mundo interior.

La utilización constructiva del lenguaje se convierte en instrumento de formación de representaciones y relaciones y, por tanto, de pensamiento. Los símbolos son los vínculos principales de la intersubjetividad y relación social; son en esencia sistemas de relación a través de los cuales se comparten mundos mentales. Desde el punto de vista evolutivo hay que comprender que sin los símbolos sería imposible el compartir intersubjetivamente el mundo mental con otros, pero igualmente sin ese compartir con otros sería imposible el desarrollo de la capacidad simbólica en el niño. Para entender las capacidades cognitivas del niño de preescolar, hay que centrarse en lo que éste sabe y hace en cada momento, su relación y acción con los objetos del mundo y la mediación que ejercen las personas de su contexto familiar, escolar y comunitario para el logro de conocimientos en una interacción en donde se pone en juego el punto de vista propio y el de los otros, se llega a cuerdos, se adecúan lenguajes y se posibilita el ascenso hacia nuevas zonas de desarrollo.
 
DESARROLLO COMUNICATIVO: La dimensión comunicativa en el niño está dirigida a expresar conocimientos e ideas sobre las cosas, acontecimientos y fenómenos de la realidad; a construir mundos posibles; a establecer relaciones para satisfacer necesidades, formar vínculos afectivos, expresar emociones y sentimientos.En la edad preescolar el interés por el mundo físico y de los fenómenos se profundiza y no se limita a las propiedades sensoriales de los objetos, sino a cualidades más esenciales que no logra a través de los sentidos; para descubrirlas, comprenderlas y asimilarlas, necesita de un interlocutor, quien aparece ante el niño como dinamizador de sus discusiones y confrontaciones, esta posibilidad de comunicación se la brindan sus pares, familias y docentes encontrando solución a tareas complejas.

Para el niño de preescolar, el uso cotidiano del idioma, su lengua materna en primera instancia, y de las diferentes formas de expresión y comunicación, le permiten centrar su atención en el contenido de lo que desea expresar a partir del conocimiento que tiene o va elaborando de un acontecimiento, constituyéndose el lenguaje en la forma de expresión de su pensamiento. Por tanto, las oportunidades que facilitan y estimulan el uso apropiado de un sistema simbólico de forma comprensiva y expresiva potencian el proceso de pensamiento. Toda forma de comunicación que establece el niño se levanta sobre las anteriores, las transforma en cierta medida, pero de ninguna manera las suprime, a mayor edad del niño, con mayor flexibilidad utiliza todos los medios a su alcance. Entre más variadas y ricas son sus interacciones con aquellos que lo rodean y con las producciones de la cultura, más fácilmente transforma sus maneras de comunicarse, enriquece su lenguaje y expresividad e igualmente diversifica los medios para hacerlo mediante la apropiación de las nuevas posibilidades que le proporciona el contexto. Mientras las primeras comunicaciones en el niño consisten en el establecimiento de contactos emocionales con otras personas, en el niño de preescolar (tres a cinco años) se van complejizando y ligando a su interés por relacionarse y aprender, gracias a las estructuras y formas de conocimiento que ya ha logrado o que están en pleno proceso de construcción.

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