En este punto, y como advertencia
preliminar, es preciso tener en cuenta que Armstrong hace un trueque del
término "didáctica" (acto de enseñar) por el de "desarrollo
curricular"; cuestión que ha producido cierto
desconcierto en algunos lectores. No es arbitrariedad del autor, sino
consecuencia del cambio que se ha ido produciendo en diferentes países a partir
de 1980, como resultado de la influencia de la pedagogía anglosajona o, mejor
dicho, de autores de ese ámbito cultural. Armstrong afirma: "La mayor
contribución de la teoría de las IM a la educación es sugerir que los docentes
deben expandir su repertorio de técnicas, herramientas y estrategias más allá
de las típicas que se usan en las aulas." Si bien se refiere al contexto
de los Estados Unidos, esto es extensivo a otros países- Pero esa no es la
cuestión. Si ésta es su contribución más importante, no es nada novedoso. El
mismo Armstrong hace referencia a los antecedentes de una pedagogía que va más
allá de lo verbal, desde Platón, pasando por Rousseau, Pestalozzi, Froebel,
Montessori y Dewey. Podríamos añadir a esta lista más de una decena de
pedagogos latinoamericanos. De igual
modo, es poco aceptable que la teoría de las IM sea un "metamodelo"
para "organizar y sintetizar todas las innovaciones educativas que han
buscado romper este enfoque tradicional del aprendizaje". ¿Dónde están los
trabajos de organización y síntesis elaborados por este pretendido
"metamodelo"?
Los
llamados materiales y métodos clave para la enseñanza son una serie de
procedimientos que el autor diferencia según los distintos tipos de
inteligencia; hace referencia a procedimientos que han venido siendo utilizados
desde mucho tiempo antes de la formulación de la teoría de las IM. En América
Latina, aun fuera de la educación formal y dentro de la llamada educación
popular, se han desarrollado muchas de las técnicas y los procedimientos que
propone este autor. En otro pasaje se afirma: "En un nivel más profundo,
sin embargo, la teoría de las IM sugiere un conjunto de parámetros dentro de
los cuales los educadores pueden crear nuevos planes de estudio." Creemos
que esto ejemplifica lo que afirmamos en otra parte del libro: pedir a esta
teoría lo que no puede dar. Esto no quita que la nueva perspectiva que ofrece,
especialmente en lo referente a la inteligencia, ayude a formular de mane a
diferente los planes de estudio; pero que los educadores, por el solo hecho de
conocer la teoría de las IM, elaboren nuevos planes de estudio, nos parece una
fantasía sin fundamentos reales. ¿En dónde se ha hecho esto? Todos los
materiales y procedimientos que indica, que puede estimular cada una de las
inteligencias, son útiles para el docente cuando quiere superar las modalidades
tradicionales de "dictar clases". Sin embargo, ¿cómo traducirlo en la
práctica del trabajo de aula? No he podido constatar la posibilidad de llevar a
la práctica la propuesta de planificación; quizás porque tendría que conocer
mucho más las escuelas de los Estados Unidos en las que se realizaron las
experiencias.
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